El niño fue hallado por su madre, quien al regresar a la casa con su hijo mayor tras una consulta médica, encontró al pequeño alterado, llorando y con rastros de sangre en su ropa y cabello. En el baño de la vivienda, descubrió el cuerpo sin vida de su expareja, junto a una pistola calibre 6.35, el arma con la que presuntamente atacó al menor antes de dispararse tres veces en el cuello.

El relato del niño fue clave para orientar la investigación, que se centra en las pericias y la próxima declaración del menor. Según se desprende de lo relatado por la madre, el disparo que alcanzó a su hijo no penetró el cráneo, sino que rebotó en su nuca, dejándolo conmocionado. Esta situación permitió que el pequeño lograra ponerse de pie y esperar la llegada de su madre, quien inmediatamente llamó a las autoridades.

Hasta el momento, la hipótesis principal es que el hombre intentó asesinar a su hijo y, al creerlo muerto, se disparó en varias ocasiones, lo que finalmente le provocó una muerte por desangramiento. La autopsia reveló tres heridas de bala en el atacante, ninguna de las cuales fue letal de inmediato.

Por otro lado, la madre del niño no está implicada en el hecho, a pesar de haber presentado rastros de pólvora en sus manos, que según las investigaciones, se debieron a la manipulación del pequeño herido. La investigación continúa con la colaboración de la Dirección Homicidios y la Policía Científica para recopilar más pruebas que permitan esclarecer lo ocurrido.