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Fútbol, discapacidad y contención: la historia de Alejandra, una mamá 2.0

Alejandra Caceres, madre de dos hijos con autismo, ha creado un espacio de contención para otras madres a través del fútbol adaptado.
En esta nota, nos cuenta cómo ha aprendido a equilibrar sus propias necesidades mientras lucha diariamente contra la discriminación y la burocracia.
Alejandra es madre de dos varones, Facundo de 13 años y Tomás de 11.
Ambos fueron diagnosticados con autismo, pero eso no ha sido un obstáculo para que Alejandra enfrente los retos diarios con determinación y también ayude a otras madres en situaciones similares.

Cuando se habla de discapacidad, la mayoría de las veces se enfoca en la persona que la padece. Sin embargo, en esta ocasión, queremos ofrecer una perspectiva diferente: la de los cuidadores.

Para ello, conversamos con Alejandra Caceres, una madre de Posadas que ha enfrentado los desafíos de la maternidad con dos hijos autistas, y que además, ha creado un espacio de apoyo para otras mujeres en su misma situación.

Alejandra es madre de dos varones, Facundo de 13 años y Tomás de 11. Ambos fueron diagnosticados con autismo, pero eso no ha sido un obstáculo para que Alejandra enfrente los retos diarios con determinación y también ayude a otras madres en situaciones similares.

"Para nosotras, nuestros hijos no son el problema, sino el entorno", enfatiza Alejandra. "Es la burocracia, los papeles de la obra social, salir a la calle y que la gente discrimine a nuestros hijos". Subraya que en el caso del autismo, muchas veces no es evidente y para gran parte de la sociedad, "solo son niños haciendo berrinches".

Estas situaciones no solo afectan a los niños, sino también a quienes se encargan de su cuidado, sobrecargando aún más las tareas diarias. En este contexto, nació la idea de crear un espacio de contención: Mamis Fútbol Adaptado, un equipo de fútbol femenino integrado por madres de niños con diferentes discapacidades. Cada viernes de 20:30 a 21:30 horas, se reúnen en el Club Mitre para reconectar con ellas mismas, hacer deporte y compartir con otras mujeres que entienden sus luchas diarias.

"Si yo no estoy bien, mis hijos no van a estar bien", comenta Alejandra. Con esta premisa, comenzó a formar lo que hoy es un refugio seguro para muchas mujeres que batallan día a día con un sistema y una sociedad que todavía tienen mucho que aprender sobre la discapacidad.

"Hay que buscar formas para sentirnos bien, porque si nos encerramos, estas cosas pueden afectarnos hasta la salud. Hay mamás que me cuentan que tienen presión alta, mareos, toda esta situación afecta la salud mental y física", añade.

Alejandra también ha tenido que aprender a equilibrar las necesidades de sus hijos con las suyas propias. "¿Autismo? ¿Con qué se come esto?", recuerda Alejandra con humor, al relatar cómo empezó su propio camino de desafíos y aprendizaje. Facundo, su hijo mayor, comenzó a mostrar señales en la sala de 4 años.

"No entendía qué pasaba con él, por qué se portaba así", comenta, recordando que en ese momento, la maestra no detectó nada inusual. Sin embargo, cuando Tomás, su hijo menor, comenzó a mostrar signos similares, Alejandra supo que algo no iba bien. Tras consultar con una profesional, llegó el diagnóstico que cambiaría la vida de la familia: "Tus nenes tienen autismo".

En el caso de Tomás, su autismo es más severo, ya que no habla, mientras que Facundo es funcional y su condición es más leve. A pesar de las dificultades, Alejandra habla con orgullo de sus hijos, destacando que ambos son brillantes y que a menudo son una fuente de aprendizaje y admiración.

Después del diagnóstico, Alejandra y su esposo pasaron por lo que ella llama una etapa de "duelo". "Cuando nos dieron el diagnóstico, fue como si hubiéramos perdido a ese hijo que pensábamos que íbamos a tener".

La pareja tuvo que reconfigurar sus expectativas y aceptar los nuevos desafíos que implicaba criar a dos hijos con autismo. Sin embargo, Alejandra no se dejó vencer por la tristeza. "En el autismo, donde más rápido actúas, mejor. Porque para ellos, hasta los 8 años están incorporando cosas, después cuesta más".

"Que nada nos limite" es la frase que motiva a las mamás del equipo de fútbol, liderado por Alejandra. Además de fundar y capitanear el equipo, ella entrena en otro equipo que lleva el fútbol al ámbito de la competición. "El fútbol ahora me brinda esa conexión conmigo misma, es una forma de cuidarme emocional y mentalmente", dice Alejandra.

Sin embargo, el camino no ha sido fácil. El fútbol sigue siendo un espacio dominado por los hombres, donde las mujeres, y especialmente las madres, luchan por encontrar un lugar. "Es común ver que los hombres vayan a jugar fútbol y que dejen a sus hijos con las mamás", señala Alejandra, pero para las mujeres, esta posibilidad no siempre existe. Por eso, siempre alienta a las mamás a asistir a los partidos y a reconectarse con ellas mismas.

"Para mí, el fútbol es satisfacción, para las mamis también. Ellas dicen que esa hora es el momento y lugar donde pueden desaparecer, donde todo desaparece". El proyecto, que comenzó hace dos años, no es exclusivo para madres de niños con discapacidad, sino para todas las mujeres que deseen despejarse y conectarse con el deporte. "No hace falta que sea fútbol, pueden buscar otra cosa, pero lo importante es que no se limiten, que no se encierren", agrega Alejandra.

Para finalizar, Alejandra recomienda a las mujeres que cuidan a una persona con discapacidad que se cuiden a sí mismas. "Cuiden su salud mental, busquen una manera de estar bien, porque llega un momento en donde se colapsa, tanto la cabeza como el cuerpo".

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